viernes, 23 de mayo de 2008

Hace dos minutos he muerto y al tercero reviví...

Hace dos minutos he muerto y al tercero reviví, esta vez sin tu corazón encargado de mi cuidado por la noche ni tu mirada atenta durante el día para ver que hago.

Al primer minuto sentí un choque entre mi alma y mi razón, entre el verde más tierno y el negro más terco, sentí que el cielo caía sobre mi y que el suelo aplastaba mis sueños, hace dos minutos atrás fue el primero de tres y ese fue el que me hizo morir entre la pared.

Segundo minuto y quise llorar, destruir todo a mi paso, ser el peor fascista en mi cuerpo y el peor diablo en mis recuerdos, desde aquel supe que no volvería a soñar -volar-. Pensé que todo el esfuerzo había sido en vano, creí que el universo entero reía de mi y que la noche nunca más se despediría en el último claro.

El último, el tercero, fue donde el Sol me demostró que las cosas son cosas y el amor es amor, que el verde si lo combinas, en negro se puede transformar y que al mismo tiempo este lo puedes botar y volver a comenzar. En ese preciso minuto los temas en mi cabeza sonaban con mayor claridad y no era necesario esperar, donde miraba sin niebla y caminaba sin tiniebla. Un momento me detuve, pensé, recompensé tu actuar, luego te abracé y te dije; Adiós, no vuelvas, que cuando lo hagas sabrás lo que hiciste y ahí, yo estaré, pero no para volver, sino para decirte que este será el cuarto, para darle un quinto y en ese, darte el lápiz y te pongas a escribir …












...y yo espero a quien no conozco

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