Al primer minuto sentí un choque entre mi alma y mi razón, entre el verde más tierno y el negro más terco, sentí que el cielo caía sobre mi y que el suelo aplastaba mis sueños, hace dos minutos atrás fue el primero de tres y ese fue el que me hizo morir entre la pared.
Segundo minuto y quise llorar, destruir todo a mi paso, ser el peor fascista en mi cuerpo y el peor diablo en mis recuerdos, desde aquel supe que no volvería a soñar -volar-. Pensé que todo el esfuerzo había sido en vano, creí que el universo entero reía de mi y que la noche nunca más se despediría en el último claro.
El último, el tercero, fue donde el Sol me demostró que las cosas son cosas y el amor es amor, que el verde si lo combinas, en negro se puede transformar y que al mismo tiempo este lo puedes botar y volver a comenzar. En ese preciso minuto los temas en mi cabeza sonaban con mayor claridad y no era necesario esperar, donde miraba sin niebla y caminaba sin tiniebla. Un momento me detuve, pensé, recompensé tu actuar, luego te abracé y te dije; Adiós, no vuelvas, que cuando lo hagas sabrás lo que hiciste y ahí, yo estaré, pero no para volver, sino para decirte que este será el cuarto, para darle un quinto y en ese, darte el lápiz y te pongas a escribir …
...y yo espero a quien no conozco
No hay comentarios:
Publicar un comentario