viernes, 2 de mayo de 2008

Eso es todo y se llama sueños

Cerraste la cortina que acompañaba de lejos al mar, esperaste despierta unos minutos antes de salir hacer el desayuno. Yo, mientras jugaba con mi pies y miraba tu cuerpo esperando con ansias un primer beso.

Abriste la puerta sin preguntarme ni tampoco decirme donde ibas a ir, supuse en el inicio del momento que ibas a la cocina, luego más tarde me percaté que no regresarías.

Y me dieron un par de horas más, Dios aún no me ayudaba a darme cuenta que me tenia que levantar. Escuchaba pasos fuertes pero no eras tú. No era nadie, era todo parte de mi imaginación, ¿lo serias también?

Seguí y seguí con mi cabeza pegada a la almohada, mirando aquella puerta que en la mañana estaba cerrada y que con tanta facilidad lograste abrir, caminar, salir.

Ya el sol se despidió y la luna me saluda de pronto, todavía no reconozco que el día murió. No quiero, no debo, menos puedo. Como si un familiar haya fallecido y yo no lo quiero aceptar. Como tú que anoche en mi creaste un recorrido y ahora no estás.

Hace erupción mi corazón y lo poco y nada de sangre se derramo, se inmiscuyo entre las sabanas, se rió del cubrecamas y de mi se despidió.

Al momento de mis ojos cerrar, me doy cuenta que los abro y cuando reconozco el paladar me doy cuenta que tú nunca en mi vida, estuviste, estás y vas a estar …

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