miércoles, 21 de mayo de 2008

adoquines y cigarros


Saco de mi bolsillo un cigarro. Me detengo, lo guardo y lo saco de nuevo. Insisto, lo enciendo y lo apago en poco. No entiendo, lo mato y lo prendo entero. Un poco, me levanto y camino por el sendero.

Tú chocas con mi hombro y mis ojos hacen el amor con los tuyos, en pocos y breves segundos nos olvidamos uno del otro. Por paso salpicaba y creaba una tormenta, por el llanto que derramaba y por la lluvia que me anunciaba.

Depresión, insólito, incluso algo de alucinación. Entre volver a fumar o sentarme junto al pasto. Conversar, llorar, luego mirar y decir mierda!, si todo es tan simple. ¿por qué a mi me acompleja?.

No quiero olvidar, y no es que no pueda, si se trata de tú corazón y no de mi cabeza. Intento seguir el paso de cómo cincuenta seres humanos, el problema surge cuando, se dividen y solo me dejan.

Silencio en la sala, todo está a punto de comenzar, me entregan una hoja y yo comienzo a dibujar. No recuerdo el minuto anterior al actual, ya con cinco de los mismos, con palabras dibujé una capital.

Salgo y corro, arranco y me escapo, sé que no puedo, no sé de quien debo. Ahora me detengo y vuelvo al comenzar, saco un cigarro y sentado, comienzo a fumar …

No hay comentarios: