lunes, 31 de marzo de 2008

Un lugar sin perdón (parte IV)

El sol y la luna

Cuando cae envuelta de llantos secos, recuerda lo que es dormir. Este es el momento en que todos sabemos morir, Martina bien lo sabe y no le cuesta descansar, lo que si en realidad le complica es lo que todos llamamos despertar. Mientras ella duerme el sol se trata de esconder y la luna impaciente corre detrás de él.

“En sueños aprendí lo simple que es la vida, deseos que nunca supe que existirían. En sueños deduje que todo pasaría, es el sol y la luna que por las noches el amor harían …”

Ella recuerda que sus ojos aún están, con los parpados cerrados trata de ver algo más. ¿Tú tratas de ver a ojos cerrados? … todos confían en nosotros nadie cree en lo soñado. Se mueve como todos pero piensa como pocos, porque cuando dormimos no pensamos sino añoramos, esperamos una mañana con ansiosos presentimientos, lo que nadie sabe es que si naceremos entre muertos …

“Cuento corto esta vez y sin decir más, no te quiero ni te amo tan solo te espero mañana en mi cama aquí atrás, podríamos escondernos sin que nadie nos vea, pero el respiro de nuestros cuerpos delatan el sudor de nuestro acuerdo”

Esta vez Martina muerta en vida está, o puede que haya muerto sin tener más que respirar, el clímax del sexo el cadáver escondió , la rutina perdida entre estrellas nos segó, eso lo sabremos unas horas más tarde, cuando la luna prenda el cigarro después que el sol con ella acabe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si es que no hemos muerto ya todos...
Es difícil, sino imposible saber si estamos despiertos o no. Prefiero pensar que no, sería terrible creer que esto, débil y fugaz, es la vida.

Dos besos, me siento generosa hoy jijiji